ENTREGA

06.06.2025

El proyecto desarrollado en Tierra Bomba, guiado por el concepto del hibiscus, no se limita a una serie de intervenciones arquitectónicas o técnicas, sino que se configura como una transformación profunda del territorio a través de un enfoque integral, participativo y sensible. La flor hibiscus no solo representa un símbolo formal, sino que actúa como una matriz conceptual que articula el diseño, la ecología, la comunidad y el conocimiento. A partir de ella emergen múltiples inteligencias (ambiental, colectiva, tecnológica, estética, afrocaribeña) que se entrelazan y dan sentido a cada decisión proyectual, material y territorial.

Estas inteligencias no funcionan de forma aislada, sino que conforman un tejido vivo que estructura todo el sistema. La inteligencia ambiental permite leer y adaptarse al clima, al agua, al suelo. La colectiva organiza el hacer conjunto, el cuidado del otro, el saber compartido. La tecnológica se expresa a través de soluciones accesibles, replicables y de bajo impacto. La estética reconoce el valor del placer, la sombra, la textura, el color y la identidad. Y la afrocaribeña conecta el presente con los saberes ancestrales, los oficios, la espiritualidad y la memoria. Juntas, estas inteligencias sostienen y dan forma a una arquitectura que no se impone, sino que emerge del lugar y de su gente.

El aula ambiental, como estructura central del plan maestro, representa el tallo de la flor: el punto desde donde se ramifican todas las acciones y procesos. No solo es un espacio de aprendizaje, sino un dispositivo ecológico, social y cultural que activa otros proyectos a su alrededor. A su lado y a lo largo del territorio, florecen los módulos Hibiscus como pétalos: estructuras públicas ligeras que se convierten en puntos de encuentro, sombra, juego, huerta y pedagogía abierta. Estas piezas no solo enriquecen el espacio público, sino que lo entrelazan con la vivienda, la escuela, la calle y la naturaleza.

Las propuestas de vivienda muestran cómo es posible dignificar el hábitat cotidiano y generar oportunidades económicas sin alterar la identidad del lugar. Estas viviendas se construyen con madera tratada y sistemas simples, integrando baños secos, huertas, recolección de aguas lluvias y soluciones bioclimáticas accesibles. Lo mismo sucede con el aula ambiental, cuya estructura de madera se ancla a muertos de concreto y cuenta con un sistema de cubierta diseñada para captar agua y dar sombra, acompañada por cerchas, graderías y muros tejidos por la comunidad.

La gestión del agua y de los residuos se convierte en uno de los pilares técnicos del proyecto. A través de sistemas de captación de aguas lluvias y reúso de aguas grises, se propone un modelo circular y autosuficiente, donde cada recurso tiene un ciclo claro y funcional. Incluso el agua captada desde las cubiertas se filtra y se distribuye mediante bombas hacia lavamanos, duchas y lavaplatos, mientras que las aguas residuales se reutilizan para riego, limpieza o lavado. Este modelo se complementa con baños secos elevados sobre placas de concreto, evitando filtraciones y promoviendo el compostaje controlado.

El proyecto desarrollado en Tierra Bomba, guiado por el concepto del hibiscus, no se limita a una serie de intervenciones arquitectónicas o técnicas, sino que se configura como una transformación profunda del territorio a través de un enfoque integral, participativo y sensible. La flor hibiscus no solo representa un símbolo formal, sino que actúa como una matriz conceptual que articula el diseño, la ecología, la comunidad y el conocimiento. A partir de ella emergen múltiples inteligencias (ambiental, colectiva, tecnológica, estética, afrocaribeña) que se entrelazan y dan sentido a cada decisión proyectual, material y territorial.

Estas inteligencias no funcionan de forma aislada, sino que conforman un tejido vivo que estructura todo el sistema. La inteligencia ambiental permite leer y adaptarse al clima, al agua, al suelo. La colectiva organiza el hacer conjunto, el cuidado del otro, el saber compartido. La tecnológica se expresa a través de soluciones accesibles, replicables y de bajo impacto. La estética reconoce el valor del placer, la sombra, la textura, el color y la identidad. Y la afrocaribeña conecta el presente con los saberes ancestrales, los oficios, la espiritualidad y la memoria. Juntas, estas inteligencias sostienen y dan forma a una arquitectura que no se impone, sino que emerge del lugar y de su gente.

El aula ambiental, como estructura central del plan maestro, representa el tallo de la flor: el punto desde donde se ramifican todas las acciones y procesos. No solo es un espacio de aprendizaje, sino un dispositivo ecológico, social y cultural que activa otros proyectos a su alrededor. A su lado y a lo largo del territorio, florecen los módulos Hibiscus como pétalos: estructuras públicas ligeras que se convierten en puntos de encuentro, sombra, juego, huerta y pedagogía abierta. Estas piezas no solo enriquecen el espacio público, sino que lo entrelazan con la vivienda, la escuela, la calle y la naturaleza.

Las propuestas de vivienda muestran cómo es posible dignificar el hábitat cotidiano y generar oportunidades económicas sin alterar la identidad del lugar. Estas viviendas se construyen con madera tratada y sistemas simples, integrando baños secos, huertas, recolección de aguas lluvias y soluciones bioclimáticas accesibles. Lo mismo sucede con el aula ambiental, cuya estructura de madera se ancla a muertos de concreto y cuenta con un sistema de cubierta diseñada para captar agua y dar sombra, acompañada por cerchas, graderías y muros tejidos por la comunidad.

La gestión del agua y de los residuos se convierte en uno de los pilares técnicos del proyecto. A través de sistemas de captación de aguas lluvias y reúso de aguas grises, se propone un modelo circular y autosuficiente, donde cada recurso tiene un ciclo claro y funcional. Incluso el agua captada desde las cubiertas se filtra y se distribuye mediante bombas hacia lavamanos, duchas y lavaplatos, mientras que las aguas residuales se reutilizan para riego, limpieza o lavado. Este modelo se complementa con baños secos elevados sobre placas de concreto, evitando filtraciones y promoviendo el compostaje controlado.

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